Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

martes, 22 de enero de 2013

Decisiones libres que nos hacen esclavos


Hoy me inquietan ciertas acciones libres que lejos de llevarnos por la plenitud nos convierten en esclavos de sus consecuencias.


Imaginemos un grupo de jóvenes de entre 18 y 22 años amigos desde la infancia. Un grupo de referencia donde estos chavales comparten sus inquietudes, a la vez que encuentran apoyo para seguir con las dificultades del día a día. Un grupo donde además han surgido algunas parejas y al que también se han unido nuevos miembros por ser pareja de alguno de los que forman el grupo.

En cierto momento, y debido a la libertad de acción, todo se desmorona. Una pareja se rompe por la infidelidad de uno de ellos con otro miembro del grupo. Los componentes se posicionan justificando las acciones de cualquiera de los tres miembros implicados en la infidelidad. Finalmente el grupo se desestabiliza y se rompe.

Aunque aquella infidelidad se haya cometido desde la libertad, no implica que el morbo, las acciones arriesgadas o las surgidas fuera de la reflexión nos vayan a llevar por el camino de la plenitud. Visto el ejemplo no sólo sufren las consecuencias los dos miembros que comenten la acción, sino que se resiente todo el grupo.

En esta línea vengo a decir que la acción realmente libre, en este ejemplo, no sería dejarse llevar por el líbido sino ser capaz de decirle NO. Acción más difícil de tomar que el dejarse llevar en el placer desencadenante de tal desafortunada situación.

En estos momentos me acuerdo de la frase de la Lista de Schindler:
"Poder es cuando tenemos justificación para matar, y no lo hacemos"


¿El hombre tiene algún poder mayor que su libertad? 
Libertad que le permite incluso elegir si dar la vida y quitarla, ser feliz o hacer sufrir.

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