Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

jueves, 13 de octubre de 2011

Océanos

 Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.

 Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.

 Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.

 Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.

Hoy me inquieta Océanos. Esta obra maestra nos muestra con grandes imágenes la gran energía de vida que recorre el mundo de las aguas de nuestro planeta. Nos descubre la riqueza de este gran regalo que es la tierra que se nos dio con tanto amor. A la vez enseña la maldad de la acción humana en estos lugares y la total incuria, apatía y desidia de todos nosotros. 


"No existe planeta de recambio, la tierra no nos pertenece, debemos compartirla. Es nuestra última esperanza...Todo es posible aún"

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