Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

martes, 4 de diciembre de 2012

La fe no es ciega

Hoy me inquieta de dónde surge la fe.

Las limitaciones del hombre se hacen visibles cuando un jugador tira un penalti en una gran final, cuando nos presentamos a un examen, cuando nos subimos a un avión... Ante ellas miramos al cielo buscando ayuda y en muchas ocasiones el crisma cristianismo sólo lo empleamos como intercesión ante la  limitación, motivados interesadamente para que la moneda salga por el lado que nos es más conveniente desde nuestro punto de vista humano.

Pero Dios es ciencia y con ella construye y mantiene el mundo en el que Le encontramos por la fe. Porque la fe es una proyección de algo que es razonable, sensible, pero que partiendo de la justificación objetiva, se atreve a ir un paso más allá. Así pues los estudios del arquitecto y sus obras conocidas me hacen tener fe en que su edificio no va a caer. El conocimiento mutuo y la entrega entre los novios desata la fe existente en su amor aún cuando no se encuentren en el mismo espacio. La felicidad que aportan las obras que salen del evangelio proyectan a tener fe en el mensaje y a querer profundizar más en él.

La fe sin razón es como un rifle en manos de un niño. Un poder que ha destruido los pueblos durante siglos, ya que cada uno tenía su propia "fe", su propio dogma y su mitología. Jesús no pedía confianza ciega sobre sí, sino que él, que pudo haberlo hecho de otra forma, predicó con el ejemplo, metiendo el dedo en el barro para sanar a los ciegos y pidiendo agua para convertirla en vino.

El hombre puede experimentar la Verdad en su vida, aunque siendo esta tan auténtica como es no puede sino impregnar a todo aquel que se atreve a conocerla, pero esta Verdad no lo es si no salta al vacío desde la razón.

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