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Martirio de San Sebastián |
El origen de las persecuciones está en la necesidad que tenía el poder civil de encontrar "culpables" de los desastres sociales frente a la indignación popular.En la historia de los pueblos siempre han existido "chivos expiatorios" que, con posterioridad, se ha comprobado son inocentes.
Pronunciar las palabras "persecución"y "martirio" es sinónimo de evocar sangre, torturas, vida de catacumbas...
Aunque es cierto que los cristianos de los primeros siglos viven en Roma una situación difícil, no podemos afirmar que fueran perseguido constante y continuamente. La persecución de Nerón, primer emperador perseguidor (año 64) es un fenómeno que se circunscribe a la ciudad de Roma, mientras que la del emperador Diocleciano (año 299-302) se extendió por todo el Imperio.
Podríamos decir que los cristianos vivieron durante los tres primeros siglos con una cierta inseguridad, pero conocieron grandes periodos de paz religiosa, que permitieron una extensión del mensaje evangélico en la sociedad y cultura romana.
Figura esencial en el testimonio de la fe en este contexto es el mártir. En griego, mártir significa testigo. Aquel que, viviendo una fe profunda, no reconoce más señor que al Dios revelado en Jesús de Nazaret.
El cristiano no corre al encuentro del martirio, pero no lo rehuye cuando, en la evidencia, ha de ser testigo de la fe que anima su vida.
El recorrido de la pasión particular de cada mártir acaba en la resurrección con el Señor que "anima la fiesta de su vida".
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