Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

martes, 14 de febrero de 2012

No querer estar "del todo bien"

Hoy me inquieta el no querer solucionar nuestros problemas. Vivimos una época en la que por todas partes tenemos consejos sobre cómo mejorar nuestras vidas vidas, tanto física, como psicológica, social y espiritualmente. Hoy día todos tenemos a nuestro alcance verdadero conocimiento sobre las soluciones a muchos de nuestros problemas como el estrés, la mala alimentación, malos hábitos, ... Todos sabemos cómo solucionar parte de nuestros problemas y, sin embargo, seguimos quejándonos de ellos sin solucionarlos. ¿Por qué?

Todos sabemos cuál es la mejor dieta, cuáles los mejores hábitos (y cuáles los peores),... Todos sabemos, más o menos, cuál es la causa de, al menos, algunos de nuestros problemas. Más allá todavía, todos sabemos cómo mejorar nuestra calidad de vida de sustancialmente con unos pequeños cambios. Con todo, muchas veces no lo hacemos. Pasa con las prescripciones médicas, los propósitos de año nuevo, los mandamientos, ...

¿Acaso es que no queremos sentirnos mejor? ¿Acaso no queremos solucionar algunos de nuestros problemas cotidianos? Parece que ya no queremos vernos bien. De una modo extraño, nos sentimos más amparados por la sociedad, más adaptados. Parece como que no nos atrevemos a estar bien. Nos sentimos inseguros cuando todo va bien y da la sensación, incluso, de que en las pequeñas taras de nuestra vida anclamos nuestra identidad. Hemos dejado de querer estar "del todo bien" y, "tener algo de de lo que quejarse", está de moda. 

¿Está de moda no estar "del todo bien"? ¿Hemos dejado de confiar en a quien todo va bien? ¿Nos hacen nuestros "defectos" más sociables? ¿Estamos preparados para estar bien? ¿Por qué no llevamos a cabo aquellos hábitos que tan importantes resultados tendrían para nuestra calidad de vida? ¿Por qué ya parece que nadie aspira a estar "del todo bien"?


1 comentario:

  1. Miguel Costa2/15/2012

    Hay dos motivos que explican que esto ocurre: uno es que el stress genera una hormona que nos resulta adictiva. Extrañamente, las personas que se acostumbran a vivir bajo el stress, tristeza, adversidades varias... se hacen adictas a estas situaciones.

    La segunda es la inercia. Cambiar de hábitos es muy difícil, salir de nuestra "zona de confort" que es nuestra rutina y nuestro día a día cuesta mucho. Hay una resistencia al cambio en todo.

    ResponderEliminar