Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

lunes, 9 de enero de 2012

¿Y hasta los 30 qué?


Hoy me inquietan los 30 años de los que no sabemos nada acerca de Jesús. La Iglesia, después de dedicar cuatro semanas a la preparación de la Navidad, celebra, el domingo posterior a la fiesta de los Reyes Magos (Epifanía) la del bautismo, tal como se apuntaba en la entrada de ayer.
En algunas ocasiones, como ha ocurrido este año, pasamos treinta años en cuestión de horas: el día 6 el niño estaba en la cuna siendo recibido por unos magos de oriente y, al día siguiente, los cristianos que se acercaron a la Eucaristía por la tarde vieron como "milagrosamente" habían pasado todos esos años de golpe.
A veces a nosotros nos ocurre algo parecido con nuestra vida. Si bien la Iglesia nos propone pedagógicamente este salto, a veces nosotros en tantas cosas queremos darlo que pasamos por alto lo importante.
Ya hubo quien dijo: "Caminante, no hay camino: se hace camino al andar".
Y ésa puede ser hoy una reflexión que nos sirva para plantearnos el sentido de lo oculto en nuestra vida. Nadie aprueba una carrera o unas oposiciones sin pasar muchas horas "oculto". No surge un matrimonio de la noche a la mañana. Las cosas importantes de nuestra vida, las grandes decisiones se forjan a fuego lento.
Hoy día estamos rodeados de "grandes estrellas" que surgen de un día para otro en un programa de TV, ante una entrevista por conocer a no-se-qué-famosillo... Pero también todos sabemos que esos personajillos igual que llenan los minutos de la televisión durante unos días, de la misma forma desaparecen.
Cualquier persona que se pare un poco no puede dejar de reconocer que en el silencio, en lo oculto, está lo realmente importante para la persona... y por supuesto, ahí está Dios.
Los treinta años de Jesús en lo cotidiano, en lo oculto, pueden servirnos de estímulo hoy para buscarle también a él en donde nadie más que tú conoces.
¿Estás dispuesto? Te aseguro que merece la pena

1 comentario:

  1. Gracias JotaGe. De vez en cuando deberíamos pararnos a reflexionar sobre el tiempo y, sobre todo, sobre la paciencia. Cuando invertimos parte de nuestra vida, de nuestros segundos, en algo que ansiamos obtener o queremos disfrutar parece que la impaciencia, el "loquieroya", se apodera de nosotros y tendemos a la frustración por no ver resultados inmediatos. Como dices, "las cosas importantes y grandes decisiones se cocinan a fuego lento". Desde luego que merece la pena esperar a veces.

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