Hoy me inquieta cómo el laicismo se va apoderando poco a poco de nuestro vocabulario, impidiendo llamar las cosas por su nombre. Una sociedad que tristemente se avergüenza de su herencia cristiana y que excluye a los que libremente hacen uso de ella.
Os propongo un juego: contar el número de veces que a lo largo de este finde y de la próxima semana escuchéis en los medios de comunicación la referencia "puente de la constitución" o "puente de diciembre" frente al número de veces que oigáis "puente de la Inmaculada".
Mientras hace unos años indudablemente las fiestas que la semana próxima vamos a tener recibían el nombre de una de las virtudes de la madre de Jesús, día tan importante para la Iglesia que hasta los sacerdotes en Misa cambian el color de su casulla por una azul. Actualmente hay sectores que ya empiezan a extirpar esta tradición y van poco a poco creando en el día 8 de diciembre un día de fiesta sin sentido. A la vez que se aporta más interés político al día de la Constitución, carta magna que sólo fue aprobada por los 323 españoles del PP y PSOE que ese día de agosto de 2011 estaban en el congreso.
Lo próximo, hacer más habitual la semana blanca y menos la semana santa.
Lo próximo, hacer más habitual la semana blanca y menos la semana santa.
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