Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

jueves, 2 de mayo de 2013

Verdad siempre, a todo


Hoy me inquieta la confesión. Reflexionaba sobre ello tras las palabras de hace unos días del papa Francisco: “La confesión no es como ir a la lavandería para limpiar la suciedad de la ropa,  es ir a encontrarse con Jesús que siempre espera para perdonar”. Y es que, al fin y al cabo, el sacramento de la Reconciliación no es más que el acto de un padre que acoge con ternura y comprende al hijo.

Decir la verdad es uno delos actos más humildes que puede hacer un ser humano. Verdad ante todo, aunque duela, aunque avergüence. La verdad libera, sana y cura heridas.  El Papa Francisco recordaba que para decir la verdad es necesario “confiar”. Dios nos defiende ante nuestras debilidades, cuando perdona hace justicia.

¿Qué beneficios nos puede aportar el simple hecho de decir la verdad? Lo primero es que ser una persona honesta nos va a acompañar siempre, allá donde vayamos. Aunque en ocasiones tengamos un desliz, los demás lo entenderán porque no forma parte de nuestra forma de ser. Lo segundo es que, al saber distinguir perfectamente entre el bien y el mal, verdad y mentira, nuestra consciencia y moral hará siempre un esfuerzo innato para buscar lo que nos aporte bienestar.

Jesús es el camino, la vida pero también LA VERDAD. Es la verdad de Dios, nuestra verdad.  

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