Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

miércoles, 24 de abril de 2013

Basta de excusas

Hoy me inquietan las excusas que muchas veces ponemos cuando no sabemos hacer algo o, simplemente, no nos apetece. Es muy frecuente escuchar cosas como : "Eso no se me da bien", "Hazlo tu que yo lo voy a hacer mal" o "Yo no sirvo para eso". 

Casi todos, al menos una vez en la vida, o bien lo hemos dicho o lo hemos pensado. ¿A qué se debe? ¿Pereza, inseguridad o una mezcla de ambas? Lo cierto es que subestimamos nuestras capacidades y, por miedo al qué dirán, dejamos pasar trenes llenos de oportunidades sin ni siquiera intentarlo. 

Remitámonos a la Biblia. Simón y Andrés estaban pescando cuando Jesús les pidió que le siguieran, que dejaran las redes y que, en vez de recoger peces, que fueran "pescadores de hombres". Pensemos por una vez qué hubiera pasado si hubieran respondido con un "ya tengo trabajo" o "Señor, no sabemos hacer otra cosa que pescar". Gracias que ocurrió justo lo contrario, acabaron siguiéndole, salieron de su zona de "confort" y caminaron junto a Él dándose a los demás. Se arriesgaron, lo intentaron y lo consiguieron.

-- Cuando nosotros decimos "Estamos cansados", Dios nos dice que su carga "es ligera" y que Él "nos hará descansar". (Mt 11, 28-30)
-- Deberíamos cambiar el "No puedo" por: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Flp 4, 13). 

Sí, es fácil de decir y difícil de aplicar. 

Difícil de aplicar, ¿no es esta la mayor de las excusas?












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