Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

lunes, 4 de febrero de 2013

La corrupción... cristiana

Hoy me inquietan todas las noticias que últimamente salen en los medios de comunicación en torno a la corrupción de los políticos de nuestro país. Desde que ha existido el poder como tal, ha existido también la posibilidad de utilizarlo en beneficio propio, ya sea del propio dirigente, de su familia, tribu, raza, religión... Pero hoy me cuestiona la corrupción en el seno de nuestra fe.
Y no me refiero a los sobres en la Iglesia o a los cargos y su forma de acceder a ellos... no. Me refiero a una corrupción más profunda: la corrupción del mensaje de Jesús.
Ayer, en el evangelio, veíamos cómo Jesús era increpado por sus propios conciudadanos por decir la verdad, y yo me pregunto: ¿qué hacemos con los profetas de nuestra Iglesia del siglo XXI? ¿Acaso no son vapuleados también desde todas las instancias políticas, sociales y religiosas? ¿No es más fácil acusar a los comprometidos con los más pobres de comunistas y desviacionistas que asumir la tibieza de nuestro comportamiento cristiano?
Ayer, leyendo un comentario del evangelio me llamaba profundamente la atención una de sus frases: estamos cansados de pedir en todas nuestras comunidades por las vocaciones (sacerdotales, religiosas, laicales, misioneras...) ¿pero cuándo pedimos a Dios que suscite profetas en nuestras comunidades?
Sin personas capaces de denunciar las injusticias de dentro y fuera de nuestra fe, sin personas que sean capaces de soñar con un mundo y una Iglesia distinta, lo que nos queda es muy pobre... quizá si nos miramos con autenticidad delante de Dios, tenemos que pedirle perdón por haber corrompido su sueño en la tierra.

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