Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

martes, 8 de enero de 2013

La religión, como la música o el lenguaje, completa al hombre

Hoy me inquieta la llamada innegable hacia lo transcendente que siente todo hombre, aunque éste incluso se defina como ateo o agnóstico.

Si le preguntáramos a cualquier persona qué tipo de música le gusta más o qué idioma emplea con más fluidez, la respuesta más inesperada sería que dicho sujeto nos contestase que no le gusta la música o aunque parezca una incoherencia, que no emplea ningún lenguaje.

Los psicólogos reconocen en el lenguaje una fuente en el desarrollo personal, independientemente del empleado. Así hasta los mudos y sordos necesitan del lenguaje para concebir ideas, proyectar su futuro, crear su vida. La música a su vez produce reacciones sensoriales sobre el hombre incapaces de reproducir mediante cualquier otro método, incluso en las fases embrionarias. Así mismo, la capacidad de sociabilización hace que el hombre viva en grupo, o en su defecto que sacie esta necesidad en animales que lo acompañan.

En esta línea podemos decir que el hombre tiene capacidades que de ser satisfechas le permitirán desarrollarse plenamente y sentirse feliz. Una de estas capacidades que surge de forma innata y espontánea en el hombre es la de creer en la trascendencia. Por eso no creer en esta llamada sería equivalente a desestimar la belleza del arte, callar los lenguajes, borrar las matemáticas, apagar la música, vivir en plena soledad, acciones más propias de una censura que de una sociedad que busca vivir en libertad.

Por ello la pregunta no es si creemos en Dios o no, porque sería tan absurdo como negar nuestra forma biológica. La pregunta correcta es ¿qué camino sigues para desarrollar tu capacidad espiritual?


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