Hoy me inquieta el evangelio de hoy, la adoración de los magos de Oriente, en el día en que los más pequeños de la casa se convierten en los reyes de la ilusión y de la alegría desde bien temprano.
El pasaje de los magos ha sido tratado por Benedicto XVI en su último libro "La infancia de Jesús", del cual destaca que la tradición, junto con textos del antiguo testamento, nos hacen simbolizarlos en que la procedencia de cada uno es de un continente de los hasta entonces conocidos: Asia, Europa y África, ya que Jesús llama por igual a los hombres y mujeres de todas la naciones.
Posteriormente se relacionó a este trío con las tres edades del hombre: la juventud, la madurez y la vejez. Idea razonable, ya que cualquier edad es buena en la aproximación y unión interior con Jesús.
Finalmente los magos eran "magos" o en otras palabras "sabios" y gracias a que estudiaban y buscaban el saber decidieron ponerse en camino en la resolución de una duda que les inquietaba, ¿a qué se deberá esa luz? y tras muchos kilómetros recorridos encontraron al niño en el pesebre, símbolo que nos permite asociar que la luz (la verdad) procede de Jesús y que el saber y la ciencia también nos lleva hasta él.
En cualquier caso, el día de hoy no debe convertirse sólo en una vivencia para los niños y en una entrega de regalos sino en un pistoletazo de salida para comenzar a caminar de nuevo hacia el portal, hacia Jesús, para poder volvernos a encontrar con él dentro de 353 días, el próximo 25 de diciembre.
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