Hoy me inquieta lo sucedido hace un par de días en Estados Unidos, la matanza de 27 personas, la mayoría niños en manos de un perturbado joven.
A raíz de este hecho absolutamente desgarrador, surgen miles de preguntas sobre la naturaleza humana, la bondad de sus leyes, la libertad, la educación, la complejidad de la mente, la importancia de la familia...
Pero hoy quiero centrarme en otra cuestión: ojalá (y esto puede sonar mal...) solamente murieran 27 personas al día...
Las estadísticas nos hablan de que un niño muere en el mundo cada tres segundos por causas que podrían solucionarse fácilmente (hambre, sed, enfermedades no letales...) pero eso no es noticia.
Supongo que estamos más acostumbrados a estos datos que a masacres en países desarrollados, lo cual no deja de ser triste.
Jesús nace en Navidad, pero también muere, y muere asesinado por el egoísmo de una parte del mundo y por la pasividad cómplice de otra buena parte.
Mientras unos preparamos las comidas, cenas, regalos... otros siguen muriendo.
Pero bueno, no todo es tan malo, nuestra conciencia se tranquiliza porque en estas fechas seguro que muchos de nosotros hemos dado un kilo, una lata, unos euros para los que pasan hambre. Así cerramos nuestra conciencia durante una buena temporada, pues somos buenos cristianos.
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