Hoy me inquieta la lealtad
y cómo se personifica en la historia de Rut en la Biblia. Una lealtad que queda
plasmada en estas palabras: “No insistas más en que me separe de ti. Donde tú
vayas, yo iré; donde tú vivas, yo viviré; tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es
mi Dios; donde tú mueras, moriré y allí me enterrarán” Rut 1, 16.
La historia no es más que
la de una pareja con dos hijos que deciden abandonar su tierra por la hambruna
y se instalan en medio del pueblo moabita. Sus hijos terminan casándose con dos
mujeres moabitas, Orfa y Rut. Mientras estaban en esta tierra, mueren el padre
y los dos hijos, quedándose viuda Noemí, la madre de la familia, con sus dos
nueras. Éstas, que tenían la posibilidad de rehacer sus vidas, deciden quedarse
con su suegra. Un tiempo después, Noemí decide volver a Belén y les pide a Orfa
y a Rut que se queden en su pueblo moabita pues ella, viuda y sin hijos, ya no
tiene más que ofrecerles y, además, tiene miedo a que no las acepten.
Es en este justo momento
cuando Rut permanece fiel a Noemí, a pesar de las dificultades y los obstáculos.
Su compromiso muestra que las bendiciones de Dios son más que una esperanza
para el futuro. Rut no deja sola a Noemí, a pesar de que pierde a su esposo y
le toca ir a una tierra extranjera.
Podemos aprender muchas
cosas de la vida de esta mujer, sobre todo, cómo mantener la esperanza en medio
de una crisis. Cómo salir fortalecidos de ella y ser leales a nuestras
creencias. ¿Qué hubiera pasado si Rut decide quedarse en su pueblo Moabita? Seguramente
se hubiera perdido la gran bendición de Dios, el Dios de Noemí en el que ella
depositó su confianza.
Por cierto, Rut significa “amiga/compañera”,
ahí lo dejo.
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