Hoy me inquieta que dentro de los santos reconocidos por la Iglesia, bien hayan sido canonizados, o bien su caso se encuentre en etapas anteriores como beatos o venerables, no haya lugar para aquellas personas que nos han dado un claro ejemplo de paz y unidad pero desde fuera de la Iglesia Católica.
Una persona para ser canonizada (esto es reconocida como santo o santa) necesita haber pertenecido a la Iglesia (bautizado), ser un claro ejemplo de vida y hacer al menos 2 milagros post-mortem. No obstante, desde el Concilio Vaticano II se invita a las comunidades a que veneren a sus santos más por su ejemplo que por su carácter milagroso, aunque en muchas ocasiones son los propios cristianos, aferrados al pasado, los que no han asumido este cambio aperturista.
En la línea teológica del ejemplo de vida, y buscando la unidad entre una Iglesia dividida en el mundo, se hace interesante que la Iglesia desde su jerarquía tuviera un gesto con personas que son ejemplo de peso por haber luchado a lo largo de su vida en la defensa de los valores sociales que parten del evangelio. Así pues podemos pensar en Gandhi, quien era hindú, pero que hablaba también de la experiencia religiosa como aquella que cambia a la persona o Martin Luter King quien era pastor, pero de la Iglesia Bautista.
Por otro lado, se hace incomprensible que algunos santos medievales como el Papa Urbano II, sigan siendo venerados en nuestra Iglesia, ya que esta persona fue el promotor de una de nuestras peores herencias, las conquistas de los Santos Lugares mediante la fuerza, la muerte y el fanatismo religioso: las Cruzadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario