Hoy me inquieta olvidarme del Señor.
Hay épocas en mi vida en las que pierdo la confianza en Dios. Ocasiones en las que no siento ninguna motivación por orar, y que la fe está lejos y separada de mi día a día.
Son períodos de duda, de inquietud, donde uno se pregunta si realmente la Verdad existe, y si tiene sentido. Pero sobre todo son momentos de soledad, donde no consigues sentir el amor de Cristo.
Y, de repente, este vacío que sentía, se llena de luz escuchando el Evangelio, mediante un gesto, unas palabras, un pequeño sentimiento... y me doy cuenta de que no es él, el Resucitado, el que se ha alejado, sino nosotros los ausentes, los que no nos dejamos acoger por Cristo.
Me gustaría compartir una pequeña reflexión del Hermano Roger de Taizé:
Cuando el impulso para seguir a Cristo parece perderse, no nos queda más que abandonarnos al Espíritu Santo, poniendo todo en él, confiándoselo todo a él. De nuevo llega el día en que nuestro corazón y nuestro espíritu serán como tierras sedientas de su presencia... Habiéndolo olvidado, continuábamos amándole.
Aunque creamos haberle abandonado, Él está siempre presente.
Fantástica entrada!! Me ha ayudado mucho! :)
ResponderEliminarEn momentos de duda, bajón de fe... lo bonito e interesante es darse cuenta de ello para ponerle remedio. Un acompañante espiritual o como bien dices, la palabra del Evangelio es lo idóneo para darnos cuenta de que Dios está ahí, siempre está ahí.. la mínima barrera que nos puede separar de Él somos nosotros.
ResponderEliminarOs dejo una frase que me ha impactado en estos días:
"Dichosos los que creen sin haberme visto".