Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

lunes, 15 de octubre de 2012

Iglesia catalana y política

Hoy me inquietan las declaraciones del obispo auxiliar de Barcelona, publicadas ayer en varios medios de comunicación, en las que afirma que la iglesia catalana estaría al lado del pueblo catalán si éste opta por la independencia. Y en sí, la verdad es que el tema no me inquieta en exceso, pero el papel de la Iglesia como institución en la política sí que me mueve por dentro. 
En muchas ocasiones una de las grandes acusaciones que se realiza a la institución eclesial es mezclar religión y política. ¡Y se le critica por eso! Y yo me pregunto, ¿de qué acusaron a Jesús de Nazaret si no es de hacer política? Obviamente él no se metió a diputado ni creó un partido pero murió acusado de autoproclamarse rey (INRI: Iesus Nazarenus, rex iudaeorum).
La Iglesia, como conjunto de los seguidores de Jesucristo busca la transformación del mundo, la construcción del Reino de Dios que comienza aquí y ahora, con unas relaciones basadas en la justicia, la fraternidad, la igualdad, la protección de los que menos tienen... ¿eso no es política?
Ciertamente, en demasiadas ocasiones la Iglesia más institucional de nuestro estado no se caracteriza por hacer política del mismo modo que hacía Jesús, sino más bien por identificarse con una corriente de pensamiento que se asemeja demasiado a un partido político de nuestro país. Esto es una realidad, pero de ahí no podemos deducir y sentenciar que la Iglesia tenga que separarse de la política... 
Ya en 1891, el papa León XIII, en su encíclica Rerum Novarum, animaba a los cristianos a trabajar por mejorar la sociedad desde sindicatos y partidos políticos. No es, por tanto, algo nuevo. 
Creo que los cristianos deberíamos ser más visibles en nuestra sociedad, en el ámbito de la política. Gracias a Dios, la vida me ha llevado por muchos lugares y me ha ofrecido la oportunidad de conocer a personas metidas de lleno en estas tareas como parte de su vocación. Y he conocido a gente que militaba en partidos de ideologías muy diferentes y que lo hacían como cristianos convencidos.
Cuando la Iglesia pierde su capacidad de criticar evangelicamente el mundo en el que vive pierde su sentido (esta frase aparece en el libro de religión de 4º de ESO que explico a mis alumnos). Invitémonos, pues, a salir de nuestros seguros lugares, para alzar la voz y trabajar por un mundo más justo.


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