Hoy me inquieta la demanda que hacen ciertas parroquias de tener curas jóvenes.
A lo largo de mi experiencia en Juniors MD he visto muchas veces Centros Júniors que, descontentos con su párroco o consiliario, han deseado la llegada de un cura joven, como remedio a todos los males. Yo también creí que algunos curas, por ser más jóvenes, parecían tener más inquietudes para con los feligreses más cercanos a su edad. Finalmente he descubierto que la edad no tiene nada que ver.
No deseo criticar a curas inexpertos o jóvenes, pero la verdad es que conozco casos que rompen completamente con la creencia de que un cura joven va a ser más tolerante y comprensivo con los jóvenes de su parroquia (y en definitiva, más útil), sino que intentaré mostrar la realidad contraria. Es cierto que algunos curas mayores no parecen ser capaces de afrontar el día a día de una parroquia asegurando su futuro y continuidad en las próximas generaciones pero últimamente he conocido a curas que, hace ya veinte o treinta años, impulsaron en su parroquia movimientos juveniles como Júniors, que más adelante acabaron en puestos que necesitaban menos imaginación o valentía, pero que ahora, debido a la escasez de sacerdotes, la jerarquía los ha vuelto a poner en circulación.
Con la misma ilusión con la que comenzaron, y una buena dosis de imaginación, que no se pierde con la edad, han conseguido romper con la idea de curas viejos, cansados y aburridos, que por evitar tener más trabajo buscan defectos a todas las inquietudes nacidas en su parroquia para eliminarlas.
Estoy convencido de que muchos de los lectores de este blog serán capaces de encontrar ejemplos de sacerdotes ya mayores que demuestran mantener un alma joven. Desde aquí me gustaría llamar a que, si conocéis ejemplos, os sintáis orgullosos de ellos y se lo hagáis saber, a ver si así conseguimos acabar con muchos prejuicios que existen en nuestra misma Iglesia.
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