Todo
empezó diez años antes de la conquista de Valencia, en 1228, cuando llegaron
dos franciscanos a la capital del reino. Eran discípulos del mismo San
Francisco y se habían establecido en Teruel, para luego trasladarse a Valencia,
entonces en manos de los árabes. Con la fuerza de su espíritu misionero
llegaron a Valencia, con ánimo de predicar la fe de Jesucristo a los musulmanes
y a su mismo rey. Ante la constancia de estos franciscanos en sus propósitos,
el rey moro se vio obligado a asesinarles. Los restos de estos mártires de la
nueva cristiandad de Valencia, fueron trasladados a Teruel, y hoy son
venerados como santos en la iglesia de San Francisco de Teruel y son copatronos
de la ciudad.
Pero
esto no quedó ahí. Entregada la ciudad de Valencia al rey Jaime I, y
arrepentido el rey árabe del asesinato de los franciscanos, este último hizo
donación de su palacio de verano, en las afueras, cerca de una de las puertas
de la ciudad, para la fundación del convento de San Francisco. Don Jaime y su
familia lo dotaron con todo lo necesario y lo entregó a un par de frailes;
quienes lo acompañaban, como consejeros, en sus campañas militares y en la
conquista de Valencia.
Este
convento de San Francisco de Valencia, situado exactamente en lo que hoy es la
Plaza del Ayuntamiento, tuvo mucha importancia en el cap i casal y su
reino, siendo la madre y cabeza de la que, con el tiempo, vino a llamarse
“Provincia Observante de San Francisco de Valencia” que abarcaba
entonces los Reinos de Aragón, Valencia y Mallorca, Condado de Cataluña y el
Rosellón.
Me encantaría destacar que "Los Franciscanos" desarrollan una labor maravillosa en el terreno de la educación en Valencia. Mis hijos han ido toda la vida a uno de sus colegios y son verdaderamente un ejemplo a seguir.
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