Hoy me inquietan mis enemigos. No hace mucho, la casualidad quiso que, cambiando de canal, acabara sintonizando el canal 13, un canal cuyo lema es Creemos, ya que guarda relación con la Conferencia Episcopal Española. El programa en ese momento era uno de tantos programas de debate que tanto se han popularizado ahora en todos los canales. Sin incidir en la calidad de esos debates, porque ese sería otro tema bastante delicado, lo que más me llamó la atención fue el tema: ¿Puede España vencer a sus enemigos?
En realidad no me inquieta demasiado quién pueda ser el enemigo de un estado, supongo que, siguiendo el tópico, acusarían a más personajes de dentro que foráneos, pero sí que me interesa quién es mi enemigo, quién es nuestro enemigo. Estamos acostumbrados a las historias, cuentos con antagonistas. Siempre hacemos responsables de nuestros males a otros o a la situación que vivimos. Como revolucionarios creemos que cambiando las cosas de sitio, erradicaremos el mal en la sociedad, como conservadores, que manteniendo los valores anteriores impediremos al mal entrar en nuestras vidas.
En realidad, sabemos que el mal que sufrimos no viene de fuera, sino de dentro, y aquello que aborrecemos lo podemos encontrar en nuestro interior. El campo de batalla del cristiano está en su interior, y buscar enemigos fuera de nosotros es simplemente constatar que el mal ya nos vence por dentro, que somos nuestro enemigo. En palabras de D. de Rougemont:
"El verdader cristià, si existís, seria l’home que no tinguera més enemic a témer que el que s’allotja dintre seu.”
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