Hoy me inquieta eso que llamamos
fe, y pienso que no es otra cosa que la conciencia del hombre que al descubrirse como ser
limitado trasciende, se proyecta y busca llenar ese vacío con algo superior a
él porque no puede llenar por sí mismo. Fe es ese don que invita a dar una
respuesta a los interrogantes, es una puerta abierta para descubrir otra
realidad, es eso que me provoca la necesidad de preguntarme muchas cosas.
Por eso, hoy me inquieta tanto compartir
lo que ha supuesto la fe para mí: ha sido aquello que ha hecho desarrollar mi
conciencia de ser persona, mi pensamiento a través de mi vida; fue lo que me hizo salir de mi “yo” particular para entablar una relación con un “tu”, es aquello que me hace pensar que
no estoy solo aquí en el mundo, que a mi lado hay otro que es igual que yo.
Y por eso, me surge el sentimiento de ser más humano, de acabar con mi sentimiento narcisista y tomar una nueva
conciencia que es la de actuar en favor de ese otro, como yo, que está a
diario en la calle sufriendo: el inmigrante, el indigente, el desahuciado, por
esta crisis de la que todos hemos sido cómplices y al mismo tiempo victimas.
Por eso, me inquieta que la causa de no amar a Dios es la falta de
fe; la causa de la falta de fe viene motivada por la falta de convicción y la
falta de convicción nace de no arriesgarse por algo que valga la pena en la
vida. Sin creer no se puede amar, sin convencimiento no se puede creer. Por
tanto, fe es igual a vivir para el otro.
Sebastian Vera, O.P.
Gracias por compartir con nosotros tu vivencia de fe. Me quedo con el último párrafo sobre todo. Pienso que resume la esencia de lo verdaderamente importante.
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