Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas.
- ¿Qué andas buscando?
- Mi llave. La he perdido.
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:
- ¿Dónde la perdiste?
- En casa
- ¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?
- Porque aquí hay más luz.
Muchos de nosotros buscamos respuestas a nuestras vidas en los lugares equivocados. Nos empeñamos en ser felices, encontrar la paz, en cosas imprescindibles o carecientes de sentido.
Es más sencillo dirigir nuestras vidas por el camino liso de la superficialidad sin darnos cuenta de que las cosas importantes son difíciles de conseguir, que el camino correcto no tiene porque ser el más fácil.
En ocasiones, nosotros los cristianos pasamos por momentos complicados, momentos en los que nuestra fe, tan estable como creíamos, se desploma. Situaciones en las que creer no es tan sencillo. Y es en esta circunstancia cuando me pregunto dónde puedo encontrar a Dios.
¿Dónde está la fuente que emana fe?
Desde mi punto de vista, lo sencillo sería ir fielmente a misa, reflexionar con el cura de la parroquia... Pero... ¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?
¡Busca en tu interior! ¡Reflexiona! ¡Reza! y sobre todo, ten esperanza
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