Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

lunes, 4 de junio de 2012

¿Comuniones o Consumiciones en crisis?

Hoy me inquietan las Primeras Comuniones, ahora que está terminando su momento álgido. Este año he tenido ocasión de asistir a unas cuantas (algunas por mi trabajo, otras por motivos personales) y uno ve cómo va cambiando la sociedad año a año.
El ruido ambiental de años pasados en las Iglesias da paso en muchas ocasiones a la indiferencia más absoluta. Cada vez más hay gente que en lugar de esperar en la puerta queda directamente en el restaurante (para alivio de los que queremos rezar con esos niños, la verdad).
La crisis también se nota en las comuniones, degradadas por fin, de ese pedestal de semibodas al que se habían subido gracias a la crisis de nuestro modelo económico tan bien considerado hasta hace pocos años.
Pero junto con estos cambios me interroga profundamente qué estamos ofreciendo como comunidad cristiana para que los niños que durante dos años se están preparando para este sacramento, al día siguiente desaparezcan de la Iglesia para muchos años.
Ahora parece que la solución que algunas diócesis están proponiendo es comenzar la confirmación justo después de la primera comunión... Supongo que hay razones de peso más allá del número que sirve para que una vez al año salga el portavoz de la Conferencia Episcopal a anunciar que España sigue siendo profundamente católica...
Al final me da la sensación de que desde nuestra Iglesia no ofrecemos alternativas, sino al contrario, ofertamos consumir sacramentos para mantener números (= poder)... Creo necesaria una reformulación de la iniciación cristiana y un profundo análisis de la forma en que se está presentando a los cristianos. 
Si nos honramos en proclamar que ser cristiano es una forma fantástica de ser feliz, ¿tan malos somos como para no contagiarlo o es que no nos creemos siquiera nosotros el mensaje?
No se trata de mantener ni de quitar. Se trata de repensar, de discernir, porque si no caemos en ofrecer sacramentos de temporada, y eso no ayuda ni a la persona, ni a la sociedad, ni a la Iglesia.
Obviamente creo en la Gracia, pero también creo que el consumo, en este caso de sacramentos, hay que hacerlo con-sumo-cuidado.




2 comentarios:

  1. Ayer tuve la ocasión de asistir a una Eucaristía donde tomaron la primera comunión solamente tres niños. Nunca lo había visto. Estoy acostumbrada a celebraciones con mínimo 30 niños y niñas dispuestos a recibir el cuerpo de Cristo. Aquí tengo que matizar que mi parroquia es la única en un municipio de 12.000 habitantes y, por tanto, la participación de estos niños es mayor porque se condensan en un solo templo. Pero tienes razón, JotaGe, en que la Iglesia Católica parece a veces valorar más números que en preocuparse verdaderamente en "fidelizar"  a los creyentes. Creo que es una locura ofrecer Confirmación tras la Primera Comunión, por lo menos en cuanto a cómo está planteada la formación al respecto. Un ejemplo de seguimiento tras la Primera Comunión en todas las parroquias debería ser Juniors Moviment Diocesà o Movimientos Parroquiales que evangelizan a través del tiempo libre y forman en la fe a niños, adolescentes y jóvenes. Soy de las que piensa que la fe está para vivirla, no para enseñarla. La fe está para ser experimentada y no para ser aprendida.

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  2. Una penqui6/06/2012

    Me ha gustado mucho Nuria, eres genial

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