Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

domingo, 15 de abril de 2012

Si no lo veo, no lo creo

Hoy me inquieta el evangelio de hoy.

En el texto de Juan se nos presenta al grupo de los discípulos temerosos de las consecuencias que les podía acarrear haber caminado al lado de Jesús. Escondidos dudaban sobre si sería más conveniente olvidar lo aprendido, pues quizá todo aquello les sobrepasaba. Pero Jesús se apareció entre ellos, teniendo que volverles a mostrar sus manos y su costado.

Del fragmento destacaría la siguiente frase:
 "Éstos [hechos de Jesús] han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre"

Si los discípulos dudaban de su misión aún habiendo compartido el mismo pan con Jesús y tuvieron que ver las heridas de sus manos y del costado para creerlo capaz de resucitar ¿Cómo a nosotros nos va a ser fácil creer que Jesús es Hijo de Dios y además que ha resucitado?

Pero al final de sus vidas tan convencidos estaban de lo que habían vivido que no se cansaron de repetirlo, de escribirlo y llegaron a dar la vida como él y su mensaje. 

Uno no puede dar la vida por aquello que no cree, por eso finalmente los discípulos se entregaron hasta el extremo.


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