Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

domingo, 22 de abril de 2012

Se les apareció en carne y hueso

Hoy me inquieta el evangelio de hoy.

Lucas nos trae hoy un texto donde nos relata una de las apariciones de Jesús. En ésta, como en otras, los discípulos permanecen incrédulos ante lo que ven: a Jesús Resucitado. Un Jesús que los vuelve a citar en la mesa y que come con ellos.

Jesús no resucita como un fantasma, ni su alma vaga por el mundo, sino que vuelve a la vida uniéndose a su cuerpo marcado éste por las heridas que le llevaron a la muerte. Un cuerpo que con carne y huesos parece quedar en el estado último en el que se encontraba, siendo cubierto además por algo excepcional que provoca que no sea fácilmente reconocido.

Algunos sectores defienden una separación cuerpo-alma, atribuyendo al alma todas las bondades de Dios, y al cuerpo todo lo mundano, y lo que consideran impuro. Si bien es cierto que el alma nos diferencia del resto de especies, no podemos olvidar que al igual que una tarta tiene varios ingredientes y una vez unidos son indivisibles, el cuerpo y el alma pueden tener diferentes naturalezas, pero al unirse forman un todo y ambos son necesarios para la resurrección al final de los tiempos.

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