Porque la senda desde la inquietud a la confianza viene marcada por la reflexión

lunes, 6 de febrero de 2012

Las manos de Jesús, las tuyas, las mías


Hoy me inquietan las manos de Jesús. El evangelio de ayer nos contaba cómo Jesús toma de la mano a la suegra de Pedro y la levanta. Sin más. Simplemente con ese detalle, la mujer queda sana. En otras ocasiones Jesús usa sus manos para imponérselas a enfermos, para abrazar a niños, para tocar a los impuros... Ese detalle me ha hecho pensar. La autoridad de Jesús en su tiempo no imanaba únicamente de sus palabras sino, sobre todo, de sus gestos, algunos de ellos tan contrarios a las leyes y costumbres de la época que resultaban escandalosos.
Pero Jesús murió y no pudo acabar con todo el mal del mundo. A nosotros nos toca seguir con su labor, quizá no tanto con homilías, discursos, catequesis doctrinales... sino con gestos como los suyos, los que demuestran y continúan su indomable pasión por la vida.
El próximo domingo como Iglesia celebramos el día de Manos Unidas, una ONGD católica que nace justamente para unir esas dos claves de Jesús: las manos y la pasión por la vida.
¿Cuándo seremos todos los cristianos capaces de utilizar menos la lengua, menos el cerebro y más las manos? Seguramente entonces seremos más vivos seguidores del Nazareno, ¿no crees?

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