Hoy me inquieta la palabra. No la Palabra, sino la palabra, en minúsculas. Esa expresión de "te doy mi palabra..." que se usa a veces para comprometernos con lo que decimos. Se puede pensar que dar la palabra es un error, porque en realidad siempre que hablas das tu palabra, de una manera u otra. Como dice el Evangelio: que su sí sea sí y que tu no sea no. Pero creo que es una consecuencia lógica de nuestra realidad.
Las personas aprendemos a mentir no para favorecer nuestros intereses ni fastidiar a otros sino que el momento en que creemos que la realidad no le va a gustar al otro, es decir, cuando comenzamos a desarrollar la empatía. Los autistas, por ejemplo, no son capaces de mentir, porque no encuentran ninguna utilidad en ello, no lo necesitan, porque no son capaces de desarrollar esa empatía, esa necesidad de agradar al otro.
Es por eso que, por quedar bien, (a partir de aquí vas a necesitar conocer el Evangelio de este domingo o no vas a entender nada de nada) el hijo le dice al Padre que hará el trabajo que le manda, pero luego, por comodidad, no lo hace. El Evangelio no nos dice porqué, tal vez le surge un contratiempo, tal vez necesitaba hacer otra cosa en ese momento y no es capaz de cambiar de planes para satisfacer a su Padre (y cumplir su palabra), tal vez simplemente no tenía ganas. Por suerte, el otro hermano, que había dicho que no iba a hacer el trabajo, acaba haciéndolo, así que el Padre puede darse por satisfecho y quien, en realidad, debería arrepentirse es el hijo que no cumple su palabra.
Así es también actualmente. Nos encontramos con dilemas en los que no decimos lo que realmente pensamos y intentamos quedar bien, pero luego fallamos, cuando seguramente, si desde el principio hubieramos dicho lo que de verdad pensábamos, le hubieramos ahorrado muchos quebraderos de cabeza a quien nos ha pedido ayuda y ha contado con nosotros. Al final, como en la parábola, todo saldrá bien y alguien llenará el vacío que nuestra falta de compromiso ha dejado, pero, como ya sabemos, la verdad os hará libres.
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