Hoy me inquieta el oro, joyas y materiales preciosos que rodean a toda celebración religiosa, en una Iglesia Católica que a la vez propaga la humildad y la caridad según el ejemplo de Jesús.

Aquella cena era muy importante para los judíos, pues significaba recordar cómo consiguieron la libertad como pueblo tras la huida de Egipto. Por lo tanto, como toda gran fiesta merece, ya en aquel momento los judíos empleaban ciertos materiales nobles en esta cena, y por consiguiente los apóstoles y Jesús no debieron brindar tampoco con cualquier cosa. Así pues, según diversos estudios el cáliz con mayor probabilidad de ser el auténtico es el de la Catedral de Valencia [aquí] que está hecho en su parte más fundamental de calcedonia, un mineral bastante noble para le época y contexto al que nos referimos. No obstante también es cierto que en dicha cena no se empleó patena (recipiente donde se consagran las hostias) y que hoy en día es considerada tanto o más importante que el cáliz.

La pregunta que ahora os lanzo es la siguiente ¿Créeis que los cálices que tiene en posesión la Iglesia son encargos propios, o más bien regalos de nobles o de personas adineradas? ¿Qué debería hacer la Iglesia con ellos? ¿Debería desmontar el Santo Cáliz que se exhibe en la Catedral de Valencia para conservar únicamente el cáliz original de calcedonia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario