En una de las múltiples conversaciones de Jesús con sus discípulos

Felipe y Tomás, quien más tarde tampoco confiaría en la resurrección de Jesús y le pediría ver las heridas de sus manos y del costado, hacen preguntas a Jesús que claramente muestran su desconfianza pues algo tan grande bien cuesta ser creído. No obstante Jesús da una gran definición de si mismo que perdurará de forma efusiva en el tiempo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Si a los amigos directos de Jesús, los que comieron y bebieron con él, les costó creer ¿Cómo vamos a estar nosotros libres de esta dificultad?. No obstante, estos compañeros desconfiados se conviertieron, gracias a la fe y el ejemplo de Jesús y acabaron dando la vida por el mensaje que él les había entregado.