Hace un par de semanas estuve en Barcelona y pude volver a disfrutar de esta cosmopolita ciudad y de su encantador entorno. Estando allí y viendo algunas de sus maravillas, especialmente las de Gaudí con su joya, la Sagrada Familia, recapacité sobre la evangelización y sobre cómo ésta tiene múltiples formas.
Quizás Gaudí no fuese un buen orador, ni tuviera paciencia para enseñar, pero supo plasmar en la arquitectura lo que él previamente había vivido y sentido como cristiano. Gracias a él ahora podemos disfrutar del gran templo que costeado íntegramente por el pueblo, evangelizará a turistas y curiosos además de constituirse como un símbolo inequívoco de la ciudad de Barcelona.
Además cabe destacar las múltiples Cruces que encontramos en sus obras, y que de alguna manera sirven para recordar quién era el auténtico promotor de sus trabajos.
Quizás Gaudí no fuese un buen orador, ni tuviera paciencia para enseñar, pero supo plasmar en la arquitectura lo que él previamente había vivido y sentido como cristiano. Gracias a él ahora podemos disfrutar del gran templo que costeado íntegramente por el pueblo, evangelizará a turistas y curiosos además de constituirse como un símbolo inequívoco de la ciudad de Barcelona.
Además cabe destacar las múltiples Cruces que encontramos en sus obras, y que de alguna manera sirven para recordar quién era el auténtico promotor de sus trabajos.
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