Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que éstos.
La reflexión de esta gran frase de Jesús resume como nunca hasta ese momento la doctrina que debemos seguir para convertirnos en buenos cristianos. Cabe destacar que en todo momento evita la palabra "no" que coarta la libertad y la sustituye por AMARÁS. Este hecho demuestra una gran evolución en cómo debe ser nuestra relación con un Dios Padre que es amor y al que llegamos a Él por amor, no por miedo ni imposición.
El segundo mandamiento nos da otras dos instrucciones, la primera cómo tratar a los otros, esa es obvia, pero también cómo debemos tratarnos a nosotros mismos. Porque si yo no camino no puedo caminar con los demás y por consiguiente mi esfuerzo es caduco. Los cristianos debemos querernos, aceptar nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro contexto, para después poder amar a los demás en plenitud.
El segundo mandamiento nos da otras dos instrucciones, la primera cómo tratar a los otros, esa es obvia, pero también cómo debemos tratarnos a nosotros mismos. Porque si yo no camino no puedo caminar con los demás y por consiguiente mi esfuerzo es caduco. Los cristianos debemos querernos, aceptar nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro contexto, para después poder amar a los demás en plenitud.
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