Carta a la atención del Cardenal Rouco Varela

Hoy me inquieta que el Cardenal Rouco Varela haya sido reelegido presidente de la CEE y por eso le escribo esta carta.

A la atención del Cardenal Cardenal Antonio María Rouco Varela,

Después de analizar, a través de la web de la CEE, [vídeo1] [vídeo2] todas y cada una de sus palabras del discurso inaugural de la Asamblea Plenaria y del acto de su proclamación como presidente de la CEE, desearía que atendiese las siguientes consideraciones, que un humilde cristiano que trabaja todos los días de la semana con jóvenes, le propone.

Primeramente, a uno le alegra que a usted le inquieten los jóvenes, que se preocupe por ellos y que le quien el sueño. De alguna manera, usted ve que efectivamente algo está haciendo mal la Iglesia para que la juventud no siga el “producto” más grandioso que esta sociedad puede encontrar: la verdad de Cristo. Y esto es especialmente relevante porque de esta forma usted, al menos, ya plantea la posibilidad de que la Iglesia se está equivocando en el modo de transmisión del mensaje.

Una vez planteado el problema, si realmente deseamos solucionarlo, podríamos pasar al segundo paso, que según el conocido proceso tecnológico sería la documentación. Una documentación que también nos ayudaría a entender porqué nos encontramos en este punto de crisis. ¿Realmente cree usted que con grandiosas manifestaciones de fe (como la Jornada Mundial de la Juventud) se conquista el corazón de los jóvenes? ¿O más bien se plantean para justificar públicamente, a modo de escaparate, que se está trabajando por los jóvenes cuándo en el fondo no es así? ¿Qué continuidad tendrá ese encuentro en 2012, 2013…? Si nos documentamos en los jóvenes veremos que a un joven lo que le mueve es su día a día. Porque primero escucha la música de un artista y después va a su concierto, no al revés.

Quizás en este proceso de documentación deberíamos viajar más en el tiempo y retomar la idea de las primeras comunidades de las que surgió la Iglesia. En aquel momento no había grandes concentraciones, porque eran perseguidos. Por no tener no tuvieron ni escuelas católicas (no aparecieron hasta el siglo VII) y sin embargo el mensaje perduró íntegro. ¿Qué tenían que ahora nos falta? Pues… la oración, la humildad y la vida en comunidad. Personalmente yo he sentido el gozo y la esperanza al observar como un niño pude llegar a ser joven pasando por la dura adolescencia y que gracias a la llama que siente en su interior al orar en silencio ésta le proyecta al ÉXITO completo del amor de Cristo.

Un éxito que no se consigue criticando las redes sociales, ni a los medios de comunicación ni a los anuncios de televisión, sino que más bien que soluciona haciéndonos presenten en ellos. Si volvemos a echar la vista a atrás, para aprender del pasado, los mejores artistas, los mejores arquitectos y los mejores músicos han hecho grandes obras de arte para la predicación del evangelio, ¿Por qué en el siglo XXI miramos con recelos a Internet en vez de ser pioneros en la creación de nuevas redes sociales o nuevos conceptos de comunicación?

Le felicito por su reelección como presidente de la CEE, ahora sólo le pido a Dios que le dé la intuición de trabajar por los jóvenes, pero no para los jóvenes sino desde los jóvenes. Imagine que usted tiene delante a un gran grupo de alemanes a los que pretende enseñar castellano; le recomiendo que les hable primero en el idioma que entienden, porque de no ser así darán media vuelta y se irán para quizás nunca volver.