La empatía es el valor que nos permite comprender a nuestro prójimo desde lo más profundo de él y sus circunstancias. Es ponerse en su lugar para entender cómo lo que le envuelve afecta a las decisiones que toma y a los actos que realiza. La empatía puede ayudarnos a fomentar en nosotros mismos la generosidad y la solidaridad pues es más fácil generar entrega si soy capaz de entender lo que él sufre, cómo lo sufre y qué necesita en su situación.
Tan importante es la empatía que en 1996 el científico italiano Giacomo Rizzolatti, descubrió que en nuestros complejos y fascinantes cerebros existen unas neuronas, denominadas neuronas espejo, encargadas hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás.
En la actualidad, el científico Jim Fallon, proveniente de una familia con diversos miembros en prisión, siendo algunos asesinos, acaba de descubrir que no todo el mundo posee esas neuronas espejo, y que por lo tanto la biología mucho tiene que decir ante el comportamiento destructivo de algunos individuos.
No obstante, la ausencia de estas neuronas no es el factor determinante, pues de ser así, él en vez de investigador estaría en la cárcel por los delitos cometidos, por lo que atribuye como desencadenante de estas conductas no sólo el factor físico, sino también el factor educativo y de experiencias dolorosas que estos familiares, sin neuronas espejo, sufrieron durante su infancia y que él, por suerte, no tuvo.
Ahora os invito a empatizar antes de juzgar y a reflexionar si realmente hacen falta más hospitales que cárceles.
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