Hoy me inquieta el creciente número de abandono de niños en Grecia que han denunciado varias ONG griegas. En el último año ha aumentado este hecho un 300%. Ayer celebrábamos el día de la madre, y quizá por eso la noticia resonó en mí con mayor eco. La crisis, la maldita crisis... sí, pero no.
Hace tiempo leía en un artículo que escribía un cristiano de a pie que si todos los que nos decimos creyentes en Jesús donáramos el 0,7% de nuestros ingresos a los más necesitados no habría hambre en el mundo. Tan lejos pero tan cerca.
Hoy se me encoge un poco más el corazón con esta noticia y me vienen a la cabeza algunas frases de los padres de la Iglesia:
- "El que puede remediar el mal y, voluntariamente y por avaricia, no pone remedio, con razón puede ser condenado como homicida" (San Basilio: En tiempo de hambre, 7)
- "Cuando posees lo superfluo, posees lo ajeno (San Agustín: Ps 147, 12.13)
- "El no entregar los bienes superfluos a los necesitados es como robar (San Agustín: Sermón 206,2)
- "Las riquezas son cosas comunes y pertenecen también a tu siervo, como el sol y el aire y la tierra y todo lo demás (San Juan Crisóstomo 1 Cor. hom. 10,3)
¿Y nosotros? ¿Y tú y yo? ¿A qué estamos dispuestos?
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