Hoy me inquieta toda la simbología
y protocolos alrededor del aún papa Benedicto XVI. Me inquieta, sobre
todo, qué se va a hacer a partir del 28
de febrero, día en que la renuncia se hará efectiva. La incertidumbre y las
incógnitas son el pan de cada día desde que el lunes Su Santidad anunciara la
renuncia a seguir ejerciendo el “ministerio petrino”.
Hay sobre la mesa muchas
preguntas sin respuesta, lo que sí ha quedado claro es que el Papa seguirá utilizando el nombre de Benedicto XVI y será “obispo
emérito de Roma”. Con respecto al título
de Su Santidad, se cree que podría seguir manteniéndolo, tal y como lo
hacen los arzobispos eméritos con “Excelencia” y los cardenales con “Eminencia”.
¿Y el “Anillo del Pescador”? Podría
ser destruido aunque los expertos están analizando el caso al tratarse de un
hecho inusual, así como el sello, pues son símbolos de una jurisdicción que
deja de existir. Hasta ahora, al fallecer el papa, era machacado para evitar
cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.
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