
Después de hacer un sincero esfuerzo por empatizar con las personas que realizan tales sacrificios, creo que todo parte de una fe en Dios mal entendida. Así pues, bien es cierto que Jesús dijo que debíamos seguir sus pasos, éstos no eran encaramarnos a una Cruz y menos por voluntad propia y no por una persecución. Cuando Jesús y sus discípulos dijeron aquello, se referían a la imitarles pero a propagar el evangelio y no a ejemplificar el dolor.
Si fieles al evangelio luchamos por la vida en temas como el aborto, la eutanasia, la protección del medio ambiente, la prevención contra las drogas, la violencia de género... es difícil de justificar que estas prácticas sean permitidas en la Iglesia del siglo XXI.
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